En el norte de la provincia de Castellón, podemos encontrar un lugar que fue escenario de una de las primeras grandes superproducciones de la historia moderna del cine. El Castillo del Papa Luna, en Peñíscola acogió el rodaje de El Cid, una película con Charlton Heston y Sophia Loren que provocó que la tranquila y pequeña villa marinera se convirtiera en un centro turístico de los más importantes de la costa castellonense.
Hoy, cinco décadas después, Peñíscola recibe a miles de visitantes cada año, que
disfrutan de la visita a la fortaleza y al jardín anexo a esta. Además, un paseo por el casco antiguo es uno de los placeres que ofrece esta villa medieval, cuyo casco histórico está enclavado en un peñón que se adentra en el mar.
El acceso se realiza desde el puerto o desde las estupendas playas de la villa, y comienza allí una subida por el casco histórico, repleto de pequeñas tiendas de recuerdos y bares donde aplacar la sed y coger aliento para afrontar las empinadas calles que conducen hasta el castillo.
A mitad camino encontramos el Bufador, un orificio situado junto una casa que conecta directamente con una gruta que recibe el envite del Mediterráneo y que permite escuchar la bravura de este desde la seguridad de la ciudad.
Cuando se produce una tormenta, el Bufador no solo suelta el sonido del mar, sino también chorros de agua y espuma que aparecen por el agujero, haciéndolo todavía más espectacular.
El castillo está en el punto más alto. Se puede visitar, aunque no mantiene su configuración original. Esta ha sido modificada en sucesivas reformas para hacerlo más atractivo para el turismo y sobre todo, más seguro. Aún así, pasear por las estancias de la fortaleza es toda una experiencia.
Al bajar, por el lado opuesto del peñón, encontramos menos tiendas, pero más restaurantes, donde podemos degustar los excelentes platos de sus cocinas, basados sobre todo en productos del mar y arroces, mientras contemplamos la impresionante vista que se ofrece desde allí.
Llegamos a los jardines, situados en la parte posterior del castillo, donde se realizan exhibiciones de aves rapaces y se puede comprobar la grandeza de la fortaleza desde la parte externa de sus murallas.
También se puede contemplar la interminable línea de playa, bordeada por hoteles de toda condición y categoría, que ofrecen servicios para que los visitantes y turistas tengan todas las comodiades que exige un lugar tan impresionante como Peñíscola.
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