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miércoles, 7 de marzo de 2012

La Plaza Mayor de Madríd, un recuerdo imborrable de la capital

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Imagen: Wikipedia

La Plaza Mayor de Madrid impresiona al visitante por su amplitud, que se puede ver completamente diáfana la mayor parte del año. Es un plaza porticada, con nueve puertas de acceso rematadas por sendos arcos, que fue en sus orígenes donde se establecía el Mercado principal de la Villa.

De hecho, algunos de los edificios que la circundan reciben el nombre de gremios comerciales. El más imponente de ellos es la Casa de la Panadería, que destaca frente al resto. En su centro, podemos encontrar una estatua ecuestre de Felipe III, una obra de Juan de Bolonia (Giambologna) y terminada por su  discípulo Pietro Tacca en 1616, que fue cedida al Rey de España por el Gran Duque de Florencia. En un principio, estaba ubicada en la Casa de Campo, pero en 1848 se trasladó a su lugar actual, presidiendo la plaza.

La Plaza sufrió tres grandes incendios, tras los cuales fue reconstruída y mejorada, hasta llegar al momento actual. El último de ellos sucedión en 1790, y desde entonces, se ha mantenido íntegra.

Durante los siglos, la Plaza ha albergado muchas actividades, propias de la vida de una ciudad a lo largo de los años. Desde corridas de toros, actos de fé, mercados de alimentación y enseres, e incluso fue el lugar para las ejecuciones públicas. 

Cada método de ejecución tenía su lugar predeterminado en la Plaza. Así, la horca se instalaba frente a la Casa de la Panadería, frente al portal de Pañeros si era garrote o delante de la Casa de la Carnicería si era por hacha o cuchillo.

Las calles alrededor de la Plaza mantienen los nombres de los gremios que abastecían al mercado, como Cuchilleros (donde se encuentra el reconocido como el restaurante más antiguo del mundo, Sobrino de Botín, todavía en funcionamiento), Paños, etc.

En el mes de diciembre está instalado un mercado navideño en la Plaza Mayor, que ocupa casi toda su extensión, y bajo los portales se pueden encontrar, durante todo el año, vendedores de monedas y sellos. Numerosos bares y restaurantes donde reponer fuerzas se abren también en los bajos de los edificios, y es uno de los lugares ideales para disfrutar de un bocadillo de calamares.

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